22.12.06

Van der Vals


Tengo esa tendencia a pensar en los orígenes de las cosas: un lugar sobre la tierra donde empezó a brotar el agua. Los mantos acuíferos salen a la superficie, se desbordan y corren forzosamente por la ruta con la pendiente más pronunciada.


Cualquier superficie, sin importar su forma, se puede representar por medio de una ecuación. Al integrar la ecuación de una superficie se obtiene información, como su punto más elevado y más bajo en el espacio y la pendiente más pronunciada en cualquier punto dado en el espacio. Maravillas numéricas complicadísimas. En un cuadrante en un espacio en tres dimensiones se otorga un punto cualquiera sobre la superficie. Sobre ese punto se hace la diferencial, que es lo contrario a la integral, o la integral en reversa; y se obtiene la ruta que una gota de agua seguiría al colocarla en ese punto. Se conectan las matemáticas y la física, la química también.



En la naturaleza existen sólo cuatro tipos de fuerzas básicas. Me fascina la información. El conocimiento que no sirve de nada, sólo nos da esa extraña certeza de saber que se sabe y punto.



La segunda fuerza universal es la fuerza gravitatoria y es por poco la menor de todas. Siendo incluso la fuerza casi más débil es la encargada de mantener a los planetas en sus órbitas, a las supernovas rotando en el espacio, formándose en un tiempo que no existe en nuestro tiempo.



Brota el agua y se desplaza por la pendiente que la dinámica de fluidos dicta, formando un río, hasta llegar al salto. Cada gota de agua, cada dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno se aprietan contra sí mismos y brincan al vacío, junto con millones de billones de átomos iguales. Se expanden, se dispersan, se vaporizan, se hacen brisa, caen juntos como un pelotón y abajo la tierra recibe un impacto fortísimo. Cae el agua golpeando con el martillo de la gravedad y forma una fosa donde el agua se acumula y se revuelve. Se forma una alberca natural, el agua continúa cayendo y el estruendo se escucha potente. Los humanos nos ponemos contentos o tristes al presenciar el espectáculo, pero ignoramos a la física y química que ahí acontece. Animales sentimentales.



Camínalo un rato en tu mente.



La primera fuerza del universo es la fuerza magnética. Esta fuerza hace que los planetas giren. Va de la mano con la fuerza gravitacional. Vivimos inmersos entre gigantescos campos magnéticos. Nuestra estrella de helio emite una fuerza magnética con la capacidad de afectar a una parte insignificante del universo. De paso nos mantiene vivos, o mejor dicho, nos ha mantenido vivos por miles de millones de años. Los científicos estiman que el sol ha gastado la mitad de su combustible. Y la evolución de las especies en esta cárcel-planeta nos tiene a los humanos ahora atascados en un neoliberalismo agobiante, donde el capitalismo se desborda insalubremente. Los dinosaurios son historia.



El agua después de estrellarse contra la alberca y formar nuevos universos microscópicos, llenos de fiesta y música, sigue su curso río abajo. A veces esa misma agua ve pasar a los salmones en contracorriente y no los juzga de nada. No se sabe de ningún oxígeno que le haya comentado al par de hidrógenos sobre una sola de las virtudes de los salmones, eso es trabajo exclusivo de los humanos.



La cuarta fuerza universal es la fuerza atómica, la más potente y difícil de romper. Con la cantidad suficientes de átomos en fisión atómica podemos terminar con este planeta sin problema alguno. Un subconjunto de éstas fuerzas son en extremo peligrosas. Las fuerzas que unen los átomos producen reacciones en cadena impresionantes, nubes en forma de hongo, ¡qué elegancia! Pero cuando logremos fisionar la partícula interna de un electrón, protón o neutrón; se aproxima mediante cálculos precisos que la reacción que se desencadenará borrará del mapa estelar a toda la vía láctea, sin problema alguno, en un abrir y cerrar de ojos, y quedará ese vacío esbelto; tenemos la capacidad de transformarnos en un hoyo negro muy cerca. La emoción de esta afirmación es grande. Es una cascada que ha caído por millones años y en una micra de segundo todo desaparece. Trucos de magia de gran nivel. Somos dios. La energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma. Se transforma en hoyos negros.



Y el río corre, filtra sus impuerzas a través de todo su cauce. Se purifica, se convierte en agua potable. Arrastra semillas y vida a todo su largo. Intercambia sustancias entre las montañas y los mares. Al menos eso sucedía antes. Ahora sólo arrastra envolturas de frituras y sustancias degradadas expulsadas por las fábricas y por los caños, aceites que no se sintetizarán de nuevo a su forma orgánica por sí solos, detergentes que los peces sin remedio criban en sus branquias. Y nosotros nos sentamos en una mesa de manteles largos, velas altas, copas relucientes, coronados por candelabros de cristal cortado a mano; comiendo bacalao contaminado, salmón de alberca, langosta bañada en salsa de virus.



La tercera fuerza universal lleva el nombre de la persona que la descubrió. Las peculiares fuerzas de Van der Vals. Estas fuerzas se encuentran en nivel de potencia entre las gravitacionales y las atómicas. Son resistentes y nobles al mismo tiempo. Su fisión no provoca reacciones en cadena. Son estables y moldeables. Son las fuerzas que ocurren entre un átomo de oxígeno y dos de hidrógeno. La fuerza increíble que mantiene al agua unida. El agua forma los puentes de hidrógeno entre sus átomos. El agua no se puede comprimir, no se puede estirar. El agua y su nobleza absoluta, total. El agua es dios. Dios es agua. Tengo un altar dedicado a Tláloc en mi pensamiento. El agua que se hace sólida y nos permite patinar sobre el hielo, que se hace vapor cuando la energía del helio hecho luz la ataca a 8 minutos en tiempo luz desde el centro del sol hasta la superficie de todos los océanos. Y el vapor se condensa en la atmósfera de esta fruta azul que flota entre Venus y Marte. Y la avenida López Mateos se inunda cuando llueve. Y las plantas crecen cuando son regadas. El agua por naturaleza intrínseca se riega, no sabe tomar una forma definida, sino que se adapta a la forma de las cosas sobre las cuales es vertida. Somos seres hechos en nuestra mayoría por agua. Nuestros sentimientos y deseos más profundos no son más que fuerzas de Van der Vals intercalándose. Somos la cascada de la existencia conciente.

1.12.06

Tocar

Tocar es tan físicamente imposible, que tocarte sería rasgar el aire que separa tu piel de la palma de mi mano. Y me obstino en cruzar todo, sobre todos los humores que habitan en el suelo, sobre todas las miradas que aguardan vigilantes a la acción de mi mano. Tocar tu pelo y enredar tantos hilos que brotan de tu cabeza. Tocarte con la imaginación es profanar un templo virgen, y tocar es lo único que nos salvaría de tanta inmaterialización filosófica. Ya que mirarte es tan sólo observarte lleno de colores, además de que sentirte es un acto inconcebible. Aunque tocarte sería transportarme a un microcosmos invisible, sé que no es más que alargar mi mano hasta tu presencia efímera. Alcanzar tu áurea, adentrar en tu aroma, invadir tu sonrisa, abarcarte en un sólo pensamiento.


Intento.


Tocar: saber con precisión la temperatura de tu fronteriza corteza humana.



Tocar: escapar por un instante de tantas explicaciones repetidas.



Tocar: volver al lugar de donde nunca debí haber salido.



Tocarte y lamentarme el haberlo hecho, y hacerlo de nuevo hasta saber que no hay lugar en donde tu ego intente justificar la sensación sobre las yemas de mis dedos. Tocar sin decir palabra alguna, en medio de un frágil silencio. Tocar sin razones ni explicaciones confusas. Tocarte es inventar una historia nueva cada día, tocar hasta trascender.



Y creo que el tocarte es verte morir un poco y es darte vida al mismo tiempo. Energía. Necesidad. Grito. Angustia. Abstracción. Tocarte sin intención alguna, por el simple gusto de sentirte. Tocar sin poseer nada.